martes, 27 de abril de 2010

“Cómo me habló Dios”


…De tal manera, que decidí no quedarme como espectador sino buscar hacer algo concreto para poder “aclarar” un poco esta confusión que tenemos muchos mortales sobre las cosas cotidianas y simples de la vida y con ello lograr elevar nuestro nivel de conciencia para estar más cerca de Él. Para esto escribí una serie de cartas basadas en los casos mencionados enfocándome en todas las inquietudes de muchas mujeres del Siglo XXI. Las cartas van cargadas de dudas respecto a sus relaciones consigo mismas, con su pareja, dudas sobre el sexo, sobre dinero, sobre su propia maternidad y sobre todo, acerca de su relación con Dios. Cuando las vi escritas, nuevamente me hice la pregunta, “¿por qué no se lo pregunto a Él?” Y, entonces, en mis oraciones y meditaciones comencé a hablarle y a pedirle respuestas. Mi pedido a Dios fue el siguiente: “De la manera más humilde y llena de gratitud te pido que me des respuesta a estas cartas, pero de una manera sencilla y clara. Te pido, por favor, que nos hables a los hombres y las mujeres del Siglo XXI que necesitamos escuchar al Dios que nos habita para poder hacer una conexión sencilla y fácil contigo y fluir en el amor”.

Conforme más lo pedía en mi mente, más sentido me hacía. Hasta que un día pensé que se lo pediría a través de una carta. En esta carta le hablé de mis inquietudes y le agregué: “Te pido por favor que tus respuestas NO sean desde una perspectiva científica, ni literaria, ni cuántica, ni religiosa, ni metafísica, ni todas esas complicaciones de la civilización actual. Te pido, encarecidamente, que NO me des respuestas misteriosas, ni encriptadas, ni sólo para eruditos, ni con códigos ocultos. Te pido que sean sencillas, aplicables a la vida cotidiana y comprensibles para todos los seres humanos que buscamos claridad, intimidad contigo y encontrar tu luz en nuestro interior de forma simple”

“Te suplico que me respondas de alguna manera en que yo puedo darme cuenta que eres Tú, ya sea en sueños; en imágenes; en oración; en meditación; escuchando tu propia voz o a través de escritura. Por favor, ayúdame de alguna manera clara para conectarme contigo y divulgar las respuestas a todas las mujeres y los hombres que han compartido sus casos personales conmigo. Te suplico, por favor… ¡REPONDE! ¡RESPONDE! ¡RESPONDE! ¡RESPONDE! ¡RESPONDE! ¡RESPONDE! Y yo estaré muy agradecida.”

…Pasaron las semanas…y un día fuimos con mi esposo a nuestra casa del mar en el Océano Pacífico, Guatemala, en las playas de Monterrico. Ésta ha sido mi lugar de refugio, meditación, oración y descanso. Aquí Hans, mi esposo, aprovecha a hacer oración, meditación, negocios, hasta las reparaciones y el mantenimiento necesario a la casa. Mientras tanto, generalmente yo estoy trabajando o escribiendo a la orilla del mar. Es allí donde he tenido mis mayores momentos de plenitud con Dios, allí en frente a ese majestuoso mar. Pues ese día de enero viví la experiencia más inesperada e increíble de toda mi vida. La playa estaba desierta y había un cielo completamente azul y despejado. El mar rugía poderosamente como llamándome a su lado mientras mi esposo se encontraba reparando la grifería. Así que me encaminé hacia la orilla de las olas y me dispuse meditar. Tuve una maravillosa oración y meditación en la cual sentí plenitud y conexión con Dios.

Una paz y una serenidad maravillosa inundaba todo mi ser cuando cuál sería mi sorpresa al escuchar una voz completamente ajena a mí que dijo: “¿Me llamas?”. Creí que esto había sido producto de mi imaginación y la ignoré. A los pocos minutos, la voz volvió a sonar diciendo; “¿Me llamas?”. Entonces, le puse atención y creí que alguien me llamaba, así que vi para todos lados, pero la playa seguía desierta. Cuando escuché con claridad la misma voz por tercera vez, pensé que me estaba volviendo loca... De golpe recordé mi carta y mis insistentes oraciones a Dios pidiéndole respuestas una y otra vez. En ese momento, se apoderó de mí el terror y me sobrecogió una sensación indescriptible al darme cuenta que me encontraba sola frente al mar escuchando que Él me hablaba. Sentí pánico; estaba confundida por no acertar a lo que estaba sucediendo y un tanto perpleja por toda la situación. Nuevamente, la voz volvió a repetir por tercera vez: “¿Me llamas?”. Las piernas me temblaban y se me secó la boca quise salir corriendo del miedo. Sin embargo, me di cuenta que no tenía a donde ir, pues la voz la escuchaba adentro de mí y sabía que me seguiría a donde fuera. Estaba fuera de control, me quede sentada en mi silla bajo el toldo y comencé a llorar sin parar. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, sobre todo mi cabeza, cuando de pronto comencé a escuchar el sonido del mar de una manera increíble, mucho más fuerte que de costumbre, como si me hubieran abierto los oídos. Estaba sumamente asustada por las sensaciones físicas que estaba sintiendo.

Las lágrimas me rodaban a borbotones y mi corazón y mi mente iban a toda velocidad cada una por su lado. Incluso intenté levantarme, pero las piernas no me respondieron. Por un momento me sentí arrepentida de haberlo llamado. Todo esto sucedía en mi ser en milésimas de segundo, que a su vez parecía una eternidad. En mis fantasías temía que su voz levantara una gigantesca ola y acabara con toda la población. Pero nada de eso sucedió, el paisaje siguió igual; no hubo rayos ni truenos; no se abrió el mar y nada se movió a mi alrededor. Pasó por mi mente la idea que pudiera ser un ángel o un espíritu o un ser de otra dimensión. Casi sin voz, con la quijada trabada, me atreví a preguntar – ¿Quién eres?- . Y de pronto, no sé si afuera o adentro de mí hubo un silencio absoluto. Parecía como si el mundo se hubiera paralizado, a pesar de que mis ojos veían que todo en la naturaleza seguía idéntico. Entonces, escuché nuevamente su voz firme y cálida diciendo: - “Soy el que Soy”-. Quise levantarme y tirarme al piso con la cara contra la arena, pero mi cuerpo simplemente no respondió. Sólo se me ocurrió responder - “¿de verdad eres tú, Dios?”- Y Él respondió: - Soy el que ha sido, soy y seré; El Creador de todo cuanto existe, que ha sido, es y será de todos los reinos, universos, dimensiones; de todos los seres, en todos los niveles. Yo soy y me has estado clamado para que te responda. ¿Qué quieres?-.

Todo mi cuerpo temblaba… estaba muda… boquiabierta… no me atrevía a responder. Al cabo de no sé cuánto tiempo… decidí armarme de valor y responder: -Santo Padre, no soy digna de que dirijas a mí tu voz, si pudiera me postraría ante ti. Me atreví a convocarte y jamás me imagine que me responderías en forma tan directa –. Él dijo: - “No soy tu imaginación, Yo soy todo, estoy adentro y afuera de ti y de todo lo que existe. Escucho todo, veo todo, sé todo, y hablo cuando quiero, con quien quiero y como quiero. ¿Qué quieres que te responda? –.

Mi mente estaba en blanco, no podía pensar en nada; responder a nada. Sólo podía llorar sin parar… no sé si pasaron minutos u horas hasta que pude volver a hablar. Le pregunte: -¿Aún estás allí? - Y la voz dijo: - ¡Sí!, te escucho” – Tartamudeando respondí tímidamente: - ¿Escuchaste mi petición cuando te escribí la carta? –
La voz contesto - Sí –
Yo dije: - quisiera hacerte millones de preguntas, pero humildemente te pregunto si quisieras responderme lo que ya te pregunté –.

Él respondió - Yo soy y he creado todas las leyes en el universo; todas las lenguas y todos los códigos. Yo soy lo masculino y lo femenino; soy la fuerza y la dulzura; el poder y la ternura. Todos los principios se unifican en mí; todas las polaridades se unifican en mí y a la vez Yo las manifiesto todas. Me estás pidiendo una respuesta como la Madre Creadora que soy de todo lo existente y como el Padre Universal. A partir de hoy, te responderé una carta por día. Ayunarás de pensamientos negativos; pondrás tu ser en paz, en luz y en santidad a través de la oración, y antes de volver a escucharme, habrás perdonado a todos aquellos que te hayan ofendido durante tu vida; te habrás perdonado a ti misma y pedirás perdón desde tu mente, tu alma y tu corazón a todos los que has ofendido en tu vida, para poderte dirigir a mí con pureza y entonces me puedas escuchar –

Con mucho asombro no me podía imaginar que siendo una mujer común y corriente; “pecadora”; que sin querer he ofendido a tanta gente, lastimado a tantas otras y provocado dolores y daños irreparables (como a todos nos sucede) cómo es que a mí un pequeño ser lleno de errores, Dios mismo le iba a responder?

De pronto, volvió a decir - Me has pedido que te responda de la forma más simple y sencilla, con el lenguaje de las personas comunes de tu mundo. Como yo he creado todos los códigos, entonces con ellos te responderé. Mas PUEDO RESPONDERTE EN CUALQUIER NIVEL QUE TÚ LO PIDAS, O QUE OTROS LO PIDAN CUANDO YO ASÍ LO CONSIDERE NECESARIO. PORQUE LOS SERES HUMANOS NO SE DAN CUENTA QUE A CADA UNO LE ESTOY HABLANDO DESDE SU CORAZON, EN SU MENTE Y EN SU ALMA; CON SU PROPIO CÓDIGO Y EN SU PROPIO IDIOMA. No temas, habítate de Luz que Yo te habito en la Luz. Abre todas las instancias de tu ser, corazón, alma, mente y cuerpo, para escucharme sobre cada una de estas cartas en las que no sólo pregunta una persona. Estoy respondiendo a miles o millones que se hacen las mismas preguntas que tú. –

Todo volvió a la normalidad. Nuevamente escuché el sonido del mar; volví a sentir el calor de la playa, la arena en mis pies, el sabor de mi boca. Nuevamente me pude mover y levantarme a pesar de que el temblor no se apartaba de mi cuerpo. De pronto, apareció Hans y me encontró completamente muda. No fui capaz de hablar por un buen rato y por mi palidez y silencio se preocupó mucho, ofreciéndome llamar al médico. Poco a poco, volví a mí pero pasé en una especie de shock por las siguientes horas sin poder compartirle ni a él ni a nadie la experiencia más sagrada de mi vida. Hasta que por fin le pude contar uno a uno los detalles de esta revelación.
Cuando hice lo que Dios me pidió, perdonarme a mí misma, limpiar mi corazón y alejar de mi mente y mi corazón todo pensamiento negativo, comencé a levantarme todos los días al amanecer a meditar. Así comenzó la secuencia de responder una carta cada día hasta completar la secuencia que presento en este libro….

viernes, 23 de abril de 2010


¡Bienvenidos!

Es un honor para mí presentarles mi nuevo libro.

“Este es un libro que une el Cielo y la Tierra. Es un manual de instrucciones que Dios mismo ha dictado, el cual busca enseñarnos a usar el libre albedrío para construir relaciones humanas que traerán el Cielo a la Tierra. Ofrece una guía clara, tanto para hombres como para mujeres, en la solución práctica de la agitación existente en sus relaciones humanas. “

A través de estas preguntas acerca de la vida y de las respuestas que me ha dado Dios, los invito a creer, disfrutar, aprender y trascender; a sumergirse profunda pero refrescantemente en este milagro de luz.

Es mi deseo que, al igual como yo he disfrutado y aprendido de esta experiencia, ustedes lo hagan también, y que juntos podamos ser bendecidos.